31 agosto 2015

El reto del durian

Después de cuatro años en Singapur, convencí a Jenn para ir a comer durián en un famoso puesto de frutas cercano a la casa.

El durián es una curiosa fruta que solamente crece en el Sureste Asiático, desde Indonesia hasta Tailandia. El que se consume aquí viene de Malasia.

Tiene el tamaño de un coco de playa, pero esta recubierto de espinas de aspecto amenazador y hay que abrirlo con un machete.

El olor del durián es indescriptible y para muchas personas, insoportable. Un aroma dulzon y odorífero que recuerda a una mezcla de baño mal lavado, fresas, moras, calcetines sucios, guanábana y materia fecal.

El olor del durián es tan abominable que está prohibido llevarlo a bordo del metro y de los autobuses en Singapur –también está prohibido llevarlo a bordo de aviones comerciales.

En el MRT de Singapur: Prohibido llevar durianes
Pero la ironía es que el durián es delicioso. Hasta un chef del calibre de Anthony Bourdain dió su aprobación.

Para poder llegar a apreciarlo hay que –literalmente– dejar de respirar mientras muerdes el primer bocado.

Y de repente, el resultado es mágico: los receptores olfativos "se apagan" y el durián se convierte en un bocado con una textura cremosa insuperable; con un sabor delicado que recuerda a las almendras, al flan y tambien a las frambuesas y las moras. Delicioso. En serio.

Jenn se comió un par de pedacitos de durián pero ella no quedó tan convencida. Yo si me convertí en fanático del durián, y lo recomiendo ampliamente a todos quienes vengan a Singapur.

Como muchas frutas hay diferentes variedades –la mejor calidad es conocida como "Mountain Cat durian" y es costosa: como unos 25 dólares por fruta de un kilo.

El durián se come solo y solamente se toma agua para refrescar el paladar, porque hay una superstición en Singapur de que "quien toma cerveza al comer durián, encontrará la muerte".