Una de las primeras palabras en Singlish que los extranjeros aprenden: kiasu (del Hokkien "miedo a perder") es una característica de vivir en la Ciudad-León. Hay que mentalizarse para el acoso diario de multitudes de locales que siempre quieren ser "el primero".
El kiasu se encuentra a todos los niveles de la sociedad en Singapur, pero sobre todo al manejar o utilizar transporte público: la masa de gente que pretende "no ver a uno" y le camina por encima al entrar en el vagón del metro. El conductor que -al ver nuestra señal de cruce- acelera su vehículo para impedirnos el paso. O el hombre de mediana edad que se "hace el dormido" para no entregar su asiento a una señora de avanzada edad.
Los ejemplos son inagotables y el expatriado de constitución sensible puede pensar que los locales la tienen agarrada en contra - cuando la realidad es que entra los mismos locales el kiasu es igualmente nocivo y maleducado.
Paradójicamente, el Gobierno de Singapur tiene su parte en la epidemia de kiasu ya que en los años '70, cuando la ciudad era mucho menos afluente, había una campaña constante para incrementar la productividad y hacer que cada quién fuese responsable por su futuro mediante la competencia y el estudio.
De igual forma, las convenciones urbanas de las sociedades Meditarráneas, como abrir la puerta a una señora en estado, no son recompensadas siquiera con una mirada - al contrario, es conocido entre los expatriados que la sociedad China local mira con desdén la urbanidad del Manual de Carreño y en muchos casos, la equiparan con debilidad de carácter. Y no quieren ser vistos como débiles.
Sin embargo, este fenómeno parece centrado en un segmento de mediana edad (entre 30 y 60 años), de clase media a media-baja, y con poca o ninguna experiencia viviendo fuera de Singapur.
Afortunadamente es una minoría muy vocal la que aún lleva su vida como una constante competencia, pero es bueno saber que por cada practicante del kiasu hay por a menos diez personas dispuestas a hacer algo bueno por uno.