Para el que vive en Singapur, el viaje a Malasia es ir del primer al tercer mundo - algo similar a la impresión de quien cruza la frontera en El Paso, Texas y entra a Ciudad Juárez, Chihuahaua. Es duro imaginar que una frontera puede marcar diferencias economicas y culturales tan obvias.
Kuala Lumpur y las Torres Petronas en la distancia |
Singapur optó por la ruta de mantener las instituciones heredadas del Imperio Británico, la meritocracia, el uso del Inglés para amalgamar a la población de diversas razas, premiar el trabajo duro y la excelencia, invertir en educación y medicina, mantener un poder judicial independiente y un aparato policial eficiente.
Malasia, por otro lado, optó por seguir un modelo de desarrollo endógeno nacional-Islámico. Se dan incentivos a los pobladores de origen Malayo (en detrimento de las poblaciones de origen Chino e Indio) y se han desterrado muchas de las instituciones de la antigua Malaya Británica, sustituyéndolas por modelos importados de otros países del mundo musulmán. El idioma Inglés ha sido sustituído por el Malayo, y los pobladores de razas no-Malayas se encuentran a menudo discriminados en su propio país. No existe una cultura de honestidad y transparencia gubernamental, y se conocen casos de corrupción endémica que han debilitado el Gobierno.
Después de casi 50 años de vivir como divorciados, los resultados están a la vista: Singapur ocupa el lugar 4 en Producto Interno Bruto per capita (2012, USD 66mil por habitante) mientras que Malasia está en el lugar 57 (2012, USD 17mil por habitante)
Otra métrica utilizada para medir el nivel de bienestar de la población; la tasa de mortalidad infantil de las Naciones Unidas arroja resultados similares - Singapur está en el lugar 1 de la tabla, por encima de los países escandinavos, con 1.92 fallecimientos por cada mil nacimientos. Malasia ocupa el lugar 48, con 7.7 muertes por 1000 nacimientos.
La lista de cambios para peor es inacabable: desde los huecos en las carreteras, hasta la falta de mantenimiento y los puestos de comida en la calle, en Malasia las muestras de un pasado compartido con Singapur, y un presente en tension y disparidad economica, están a la vista.
Hay atracciones de categoría mundial en Malasia, pero Kuala Lumpur nos pareció una ciudad en crecimiento que aún lucha para quitarse de encima un pasado aburrido y pueblerino, con un tráfico infernal y buena comida, sin mucho atractivo físico y mucho concreto.
Kuala Lumpur tiene uno de los rascacielos mas altos del mundo, las Torres Petronas, pero el proceso de subir a visitar la cima es decididamente Tercer Mundista: hay que levantarse temprano en la mañana e ir hasta el mostrador de visitantes para obtener un número; sin el número no se puede conseguir ticket para subir - y los visitantes solamente pueden subir hasta el puente de observación en el piso 45.
No vale la pena hacer semejante sacrificio - es preferible ir con calma al anochecer y ver esta magnífica construcción desde el exterior, y luego cenar en alguno de los excelentes restaurantes de Kuala Lumpur.
Hay diferentes rutas para ir a K.L desde Singapur - nosotros optamos por el autobús ejecutivo - mas económico que el avión, y la estación de autobuses en K.L queda muy cerca (tres calles) de nuestro alojamiento. Pero el confortable viaje toma cinco horas en cada dirección; por lo que tal vez es recomendable el avión para un viajero casual - aunque tenga que aguantarse dos horas de cola entre el aeropuerto y la ciudad.